Una línea entre dos puntos (mapa)

La primera intención de salir por la mañana temprano fue imposible, así que partimos desde Vicenza poco antes del mediodía hacia Milano.
Aunque muchas veces consideré una banalidad el tema del auto, ahora recordaba su pequeño toque de aventura, incluso de magia. El hombre y la máquina combinados, para moverse por las distancias, cruzar los campos, regiones, países. Recorrer el norte italiano para mí significaba mucho, porque lo quiera o no, una parte de mis raíces vienen de ahí. Como, vaya casualidad, la de unos cuantos de mis amigos y amigas de Argentina.
Después de bordear Milano, pocos después pasamos por la región de donde es mi apellido, a escasos kilómetros de Cassolnovo, el pueblo natal de mi abuelo Marcello Alessandro Lavatelli. Pueblito que ya tuve la oportunidad de conocer una vez hace años. Son emociones silenciosas, pensamientos que atraviesan mi mente y que no puedo compartir con nadie, porque a nadie interesan. Me imagino a mi abuelo como si fuera yo mismo, ochenta años atrás, sin carreteras ni automóviles, soñando con cruzar el charco y buscar el futuro en otro lado, en aquella lejana Argentina donde todos iban...
Después de Lombardía, siguen Piemonte y Liguria. Para atravesar esta región hay que evitar caer en Genova, en la costa, porque hay una autopista que va derecho a la capital xeneise. Son varios kilómetros de continuas curvas en descenso, algo bastante agotador para conducir. Siguiendo las indicaciones de mi hermano y los mapas, logramos evitar ese tramo a Genova y nos dirigimos hacia la costa de Francia.
Cuando van pasando las horas hay que pensar donde pasaremos la noche, porque el tramo es largo para hacerlo de un tirón. Son 1200 km entre Vicenza y Granollers. La opción de dormir del lado italiano es en Ventimiglia, ciudad fronteriza sin ningún atractivo en particular. Y sino pasar la noche en alguna población de Francia. Como Monaco estaba tan cerca, y poco después Nice, optamos por seguir camino y la noche sería una noche francesa.
Después de una larga caminata, subir o bajar una montaña (nunca supe cómo fue) y un paseo por el puerto y el centro de Montecarlo, volvimos al auto, porque con toda seguridad no sería allí donde pasaríamos la noche.
Seguimos rumbo a Nice, y allí sí, desde que llegamos la ciudad nos sonrió muy francesamente y supimos que sería ahí. Como por arte de magia encontramos un lugar donde estacionar el auto en pleno parque del centro, y a veinte metros de ahí un hotel que por 40 euros la noche nos dio una cama, una ducha y una gente muy amable y cordial; mi ideal de hotel, parecían una familia. Yo estaba cansado, hacía años que no manejaba tanto. Pero de todas maneras salimos a dar un paseo, comimos por ahí y volvimos al hotel, porque la llovizna empezaba a molestar.
Por la mañana salimos a desayunar, recorrimos el mercado del domingo un buen rato, y después volvimos porque las horas cuentan cuando el camino es largo. Francia nos despedía con una sonrisa, en ese punto de la geografía que era el centro casi exacto del trayecto, con la sensación de "a este lugar tenemos que volver".
Siguiendo nuestra ruta, pero buscando una carretera provincial paralela a la carísima autopista, nos perdimos y terminamos recorriendo la costa cercana a Saint Troupé. Esas casualidades que tienen la parte molesta del tiempo perdido y el camino difícil repleto de curvas por barrancos que bordean el mar, pero con unas vistas espectaculares de la costa mediterránea, unos lugares perdidos y aún no invadidos por el turismo, más allá de los propios habitantes de las zonas cercanas. Era como si fuéramos uno más del lugar, porque solo algunos escasos autos o motos pasaban por ahí, gente que iba a alguna playa cercana. Y el mar verde, azul, verde, blanco.
Finalmente tornamos a la autopista, porque aunque había que pagar demasiado para recorrerla, al menos era más rápida y segura. Pensamos la posibilidad de parar en Marsella para conocerla, la ciudad de tantas películas con Alain Delon, Jean Paul Belmondo, Jean Gabin. Ciudad de mafias y tráficos diversos, una más en el Mediterráneo infinito. Pero el cansancio se acumula, el gasto del viaje ya se hizo más alto de lo que calculamos, así que lo dejamos para otra oportunidad.

Foto a la derecha: placa recordatoria en Nice a los caídos durante la 1º guerra mundial: sorprendentemente para mí, ignorante de la historia de las migraciones, gran parte de los apellidos son de origen italiano.
1 Comentarios:
yo tambien hice en auto ese viaje, tarde 15 horas.Pero te puedo asegurar que no fue un viaje de placer sino una rotura de huevos. Disculpame
Publicar un comentario
<< Home