De regreso en Vicenza

En el caso de nuestra etapa viviendo en Vicenza, la balanza se inclina hacia el lado negativo. Es la sumatoria la que cuenta, más allá de los buenos momentos que nos supimos inventar, de los viajes a Venezia, Verona o Padova, de nuestras salidas en bicicleta y las caminatas por el centro de la ciudad, de las tardes con mis hermanos y mi vieja, o de las alegrías al ver crecer a nuestras sobrinas.

Vicenza mal sueño, pesadilla industrial ajena, un tiempo nulo, un paso mal dado, un vacío que es preciso completar. Una puerta cerrada desde el principio. Pero por la cual ni siquiera vale la pena luchar. No se trata de renunciar, de rendirse ante una complicación. Pero sí de no gastarse en una cosa que no vale la pena, una sociedad que no me merece, por la cual no hay que desperdiciar el mínimo esfuerzo, la más pequeña energía. Cuando las cosas así están planteadas, es buena idea salir de esas sociedades. Cerrar el círculo, saber que fue ahí, y allí quedará.
venerdì 14 aprile 2006
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