Milano de los sueños

Naranja el siete. Un tranvía de MilanoUn tranvía naranja como un recuerdo, cuando un hombre joven casi niño buscaba una dirección, la estación que lo llevaría a Genova, desde donde saldría el barco que lo llevaría a la Argentina, una tierra de promesas. Milano después de la guerra, cuando todo debía comenzar de nuevo. Milano de los sueños. Donde llegaban todas las mañanas los rostros esperanzados del sur, a trabajar y armarse una vida de la nada y del frío con las monedas que ofrecía el norte.

Uno de los laterales del Duomo (Catedral) de MilanoEl Duomo como una piedra, esa piedra eclesiástica que aún hoy es tan difícil de extirpar del Mediterráneo. Pero a pesar de eso, grandes maestros del arte universal pasaron y vivieron en esta ciudad que se mueve entre gestos medidos y mujeres hermosas, elegantes pero cercanas, una suma de ángeles cibernéticos que poco saben de figuras griegas, las alas del viento y las dimensiones perfectas del hombre. Milano una sombra, una tarde bajo el sol de primavera y las palomas que solo saben de turistas y la posibilidad de comer alguna que otra miga de pan.

Policías urbanos en bicicleta, un autobús turístico y detrás La ScalaY la Opera imaginada increíble y sin embargo tan sosa desde fuera, para nosotros, simples visitantes externos que no entendemos eso de pagar para ver algo que nos pertenece. La música escondida al pueblo. El símbolo de la distancia entre ellos y nosotros. Para nosotros, proletarios del mundo, solo quedan autobuses de colores, policías que nos vigilen, que nos cuiden, y la Scala gris y muda que nos ofrece su insípida cara para que no podamos ni siquiera disfrutar nuestras cajitas de recuerdos digitales.

giovedì 13 aprile 2006